En el momento en el que escribo este blog el mundo se encuentra en un alto estado de tensión debido a la guerra que está sucediendo en Ucrania.
El miedo se está apoderando de las personas, la ansiedad aumenta pensando en lo que pueda llegar a pasar más adelante si los ataques se intensifican y lo que esto puede llegar a representar para el futuro de todos.
Lejos de ser capaz de comprender lo que se puede vivir en una zona de guerra esta situación sirve como ejemplo para reconocer que todos nosotros tenemos dos opciones cuando se trata de navegar una situación de crisis. Dependiendo de la decisión que tomemos, nosotros saldremos devastados o empoderados de esta.
¿Eres la victima?
Puede que estés viviendo algo que no buscaste y que seas completamente inocente. Sabes que no es justo lo que está pasando contigo, pero no puedes cambiar el hecho de que lo estás viviendo.
En este caso puedes verte como la víctima. Como aquella persona que injustamente ha sido atacada y que no puede hacer nada en contra de lo que está viviendo. Puedes esperar que alguien venga a salvarte, alguien que te libere de esta terrible situación y mientras esperas, te quedas escondido en algún rincón sufriendo por lo que te esta pasando. Consideras que no eres lo suficientemente fuerte para defenderte y te dejas llevar por la desesperación de encontrarte estancado en algo que no te gusta.
Ese tipo de mentalidad me acompañó a mí en muchas ocasiones en las cuales sentí la impotencia, la debilidad de mi ser y la frustración de creer que no había nada que pudiese yo hacer para liberarme de mi situación. Este enfoque me sumergía en un hueco profundo y oscuro del cual fue muy difícil salir. Lo que no comprendía en aquel entonces es que era yo quien me había metido en él.
No seré la victima
La segunda decisión que podemos tomar es aquella que todo un país como lo es Ucrania ha tomado frente a una agresión extranjera injustificada por parte de Rusia.
Tu puedes atacarme, pero eso no significa que yo me quedaré con los brazos cruzados. Yo decido defenderme, mantenerme en pie y luchar.
Puede sonar como a una frase sacada de una mala película, pero es esta la mentalidad de alguien que decide no ser víctima de las circunstancias, de alguien que decide luchar pese a las dificultades que se presenten frente a ellos.
Esto no garantiza que saldremos victoriosos, pero por lo menos nos hace participes de los resultados que sucederán más adelante. Son nuestras acciones las que le darán forma a lo que ocurrirá al final.
Por más que intentes evitar situaciones difíciles, retos y crisis, estas tarde o temprano aparecen. Hacen parte de la vida y eso es algo que no podemos controlar.
El aceptar este hecho es el primer paso para poder enfrentarlo y salir de dichos momentos siendo una mejor versión de ti mismo. Estas te pueden enseñar tres lecciones que pueden cambiar tu vida para siempre.
¿Qué es realmente importante?
A menudo estamos tan enfocado en las cosas que nos faltan, que no tenemos y quisiéramos en nuestra vida, que olvidamos el valor de lo que si tenemos, de quienes están con nosotros y lo afortunados que somos de que ellos estén aquí.
Damos muchas cosas por sobre entendidas y solo cuando nos encontramos en momentos de crisis es que podemos reconocer lo que es verdaderamente valioso, lo que si merece ser cuidado y protegido y lo poco importante que muchas de las cosas que nos rodean son.
Las crisis son una maravillosa oportunidad para eliminar todo el peso muerto que cargamos con nosotros. Sean objetos que en realidad agregan poco o nada de valor a nuestra vida, actividades que lo único que hacen es distraernos de nuestro propósito o personas que están contigo solo por lo que tienes y les das y no por quien tu eres.
Tú tienes más capacidades de las que te imaginas
Las vacas gordas, los momentos de tranquilidad y nuestra zona de confort son algo que todos buscamos. Espacios donde no necesitamos preocuparnos de nada y todo funciona. Esto es normal, todos buscamos esto, pero cuando lo encontramos y nos acostumbramos a ellos nos hacemos débiles, nos estancamos y no nos preocupamos por desarrollar nuestras habilidades, pues no hay necesidad de ellas.
Mientras que en los momentos de crisis requieres salir de tu zona de confort, atreverte a brincar mas lejos de lo que nunca has brincado, reinventar la forma en como vives tu vida, de tal manera que encuentres una forma de superar el reto que a aparecido y ha robado tu tranquilidad.
Cuantas veces no te has sorprendido al reconocer que podías mucho mas de lo que creías. Que aquellas cosas que viste como imposibles en algún momento, las lograste hacer. Seguramente no fue fácil y te costó lograrlo, pero lo hiciste. Esto demuestra que muchas veces muchos de nosotros no tenemos ni idea de lo que somos capaces de hacer.
¿Qué tan fuerte es tu carácter?
Lo mismo sucede con nuestro carácter. Si no se pone a prueba este no se desarrolla.
¿Cómo saber como manejar estrés, si nunca lo hemos tenido? ¿Cómo enfrentar negativas, si siempre escuchamos que sí? ¿Cómo ser paciente, si nunca has tenido que esperar por nada?
Las crisis nos demuestran que podemos pasar por momentos difíciles sin morir en el intento. Que nada dura para siempre y que por más que haya tropezones en el camino, lo que define mi resultado final es si me quedo en el suelo o me vuelvo a levantar.
La resiliencia es algo que se habla frecuentemente en estos tiempos ya que es una parte esencial de la inteligencia emocional. Esta es nuestra capacidad de reconocer, interpretar y gestionar nuestra emociones de tal forma que podamos tomar acciones en vez de reaccionar a las situaciones.
Todos dicen querer tener más de ella, sin embargo, muy pocos están dispuestos a tomar acciones para desarrollarla.
La resiliencia no es algo que se aprende en teoría o meditando sobre un cojín. Es algo que se desarrolla a través de los golpes, las caídas, las negativas y el enfoque de no darse por vencido pese a las adversidades y entender el valor de la adaptabilidad. Sabes que no puedes controlar todo, pero eres capaz de adaptarte a lo largo del camino para poder continuar.
Cualquier crisis, grande o pequeña puede generar caos en nuestra vida, destruir lo que teníamos hasta ese momento y sacudir las bases sobre las cuales habíamos creado hasta entonces nuestra existencia. Aún así, estas no tienen porque convertirse en el epilogo de nuestra existencia. Todo lo contrario, esta puede ser la oportunidad para crear una mejor vida de la que hubiésemos podido crear si nos hubiésemos quedado en nuestra zona de confort.
Nadie disfruta los tiempos de crisis, nadie quiere estar en una guerra, pero cuando ya te encuentras en ella tu decides que harás. Te dejas hundir por esta o te decides por luchar, crecer y superar lo que la vida a puesto frente a ti.
La decisión es siempre tuya.